Se sabe que el Dragón de Komodo tiene cincuenta tipos diferentes de bacterias tóxicas en su saliva que prosperan en rastros de carne, lo que hace que las heridas por mordedura se infecten rápidamente. Sin embargo, investigaciones recientes indican que la verdadera razón de una tasa de éxito tan alta en el envenenamiento de sus presas podría deberse al hecho de que el dragón de Komodo puede tener una glándula venenosa en la boca.