Los dragones son lentos para desarrollarse, a veces llevan siglos para salir de sus huevos. Como bebés, se parecen a sus padres, pero con características y colores apagados. Rápidamente crecen a juveniles, sin embargo, y la etapa puede durar años en algunas especies. Mientras que los dragones bebé casi nunca abandonan su nido o guarida, los juveniles están más interesados ​​en el mundo exterior. Sus rasgos y colores adultos comienzan a ser más pronunciados, y desean probarse en el mundo más amplio. Los adultos siguen siendo muy protectores de los juveniles, sin embargo, porque lleva mucho tiempo para que una nueva generación nazca y se crie.
Un joven dragón se deslizó en silencio por entre los árboles, contento de estar lejos de los ojos protectores de sus padres. El joven sabía que era lo suficientemente mayor para explorar el bosque por sí solo. No creía en las historias de hombres pequeños con trajes brillantes cabalgando por los bosques. Ciertamente, tales criaturas no podrían existir. Y si lo hicieran, sus afilados dientes los asustarían. Intentó su respiración de fuego. Con un puñetazo, un pequeño chorro de fuego le disparó de la nariz y encendió el camino que seguía, seguido de rizos de humo. No era mucho, pero cada dragón tenía que empezar en alguna parte. Finalmente, podría estar solo y tener una pequeña aventura. ¡Nadie necesitaba vigilar a este dragón!
Circulando muy arriba en el cielo oscuro, la madre y el padre de la joven se agitaron silenciosamente y siguieron a su joven dragón. No podían estar más orgullosos.